Hoy sentí su cuerpo, no el tuyo. Era de madrugada, esperando a irnos, sólo me dejé caer sobre su hombro, dejé que me abrazara, sólo necesitaba sentir un poco de cariño, de calidez. Sé que no era tu pecho el que sentía, no era tu corazón el que escuchaba, pero me sentí segura, me sentí tranquila, sentí paz y sentía que podía dormir de nuevo abrazada.
Y me di cuenta de algo, me di cuenta de que extraño sentirme así, extraño dormir tarde sobre tu cuerpo, extraño esas pláticas resumiendo el día, extraño despertar a las 2:00 de la tarde con tu piel chinita a mi costado, cuando me despertabas con tus labios gruesos besándome. Extraño tu cuerpo, tu esencia, tu risa, tu mirada, la extraña tranquilidad que me dabas después de toda la tormenta que causabas.
Mi cuerpo me pide a gritos algo que no le puedo dar, algo que ya no le corresponde, algo que ya no le pertenece. Nunca había sentido un síndrome de abstinencia más cruel que este, el de tu piel.
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