Eres religión, de día te pienso y de noche te suplico. Eras romance, me sonrojabas y se me aceleraba el corazón. Eras comedia, me sacaste la sonrisa más auténtica. Eras amor, tus abrazos me reponían. Eras calidez, tu cuerpo me mecía para dormir.
Pero también eras autodestrucción, corrías hacia el peligro. Eras cruel, me hacías llorar con tus palabras y acciones. Eras impulsivo, no lo pensabas y sólo lo hacías. Eras violento, mis muñecas sufrían.
Y eso es lo que importa, ahora eras, a pesar de que yo sigo queriendo un eres.
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